CÓMO GESTIONAR CONVERSACIONES PENDIENTES



¿Sabías que existen estudios que muestran que somos capaces de pensar alrededor de 3.000 palabras por minuto? Pero solo podemos verbalizar aproximadamente 1.000 en ese mismo lapso de tiempo. ¿Qué pasa entonces cuando nos enfrentamos a una conversación difícil o a una situación violenta en la que debemos defender nuestros intereses? Pues lo más normal es que nos dejemos “secuestrar” por nuestras emociones y acabemos diciendo aquello que no queríamos.


Y más habitual todavía es, cuando acabas de salir por la puerta, pensar aquello de: le podría haber dicho tal cosa y tal otra, pero en ese momento, con los nervios, no me ha salido…

Muchas veces tenemos conversaciones pendientes con nuestro jefe, con nuestra pareja, hijos, y las vamos aplazando “ad infinitum” por lo que anticipamos que puede pasar cuando finalmente tengamos que hacerles frente, y nos justificamos diciendo que con esa persona no se puede hablar, para qué hacerlo si acabaremos discutiendo… dando por hecho que la cosa terminará mal y no somos conscientes de los costes de esta postura y de lo que podemos perder si no le hacemos frente. Miles de posibilidades se han quedado en nada por no tener una conversación a tiempo...

¿Cómo podemos solucionarlo y gestionar estas conversaciones pendientes para mejorar nuestras relaciones? 

Propongo no improvisar y tomar estas 5 acciones, respondiendo a preguntas potentes, haciéndonos un cuestionario a nosotros mismos (nos puede ayudar poner las respuestas por escrito):

1. Asumir la responsabilidad 

-¿He hecho yo algo para que se de esta situación?

-¿Qué me ha impedido hasta hoy llevar a cabo esta conversación?

2. Ponerse en el lugar del otro

-¿Cómo creo que se siente la otra persona? ¿Qué piensa?

-¿Creo que él/ella hace las cosas mal a propósito? ¿Podría ser que actuara así por otra razón?

3. Revisar nuestros juicios y valorar la relación con esa persona 

-¿Qué valor tiene para mí esta persona? ¿Qué es lo que me aporta?

-¿Qué quiero conservar de esta relación? ¿Qué puedo perder si no tengo esta conversación?
-¿Qué emociones debo evitar para que salga bien?

4. Definir o re-definir nuestros objetivos 

-¿Qué es lo que quiero conseguir de esta conversación? ¿Qué ofrezco yo?
-¿Qué será diferente a partir de ahora?
-¿Qué consecuencias tendrá haber mantenido esta conversación al margen del resultado?

5. Ponerle fecha 

-Decidir cuándo y dónde se llevará a cabo

-Decidir cómo le plantearé a la otra persona que quiero tener esta conversación


Después de hacer todo este trabajo de introspección y auto-evaluación , estamos preparados para escribir el guión de la conversación que queremos tener y visualizarla tal y como deseamos que suceda. Hacernos todas estas preguntas nos ayudará a poner en claro lo que queremos comunicar y con qué fin y valorar lo que podríamos perder si aparcamos el tema en el cajón de cosas pendientes.

“No es porque las cosas sean difíciles por lo que no nos atrevemos; sino que, por no atrevernos, ellas se hacen arduas”.
Séneca




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