SER O HACER... Esa es la cuestión



Las creencias irracionales


El psicólogo Albert Ellis, creó y empezó a usar la TRE (Terapia racional emotiva) en el año 1955 y nos explica en sus múltiples libros sobre su teoría de la personalidad, la importancia de las emociones y de las conductas pero da especial énfasis al papel de las creencias y pensamientos en el mantenimiento del malestar psicológico y el sufrimiento de las personas.



Sintetizó y agrupó en 3 ideas irracionales básicas, las exigencias absolutistas o necesidades perturbadoras que subyacen debajo de nuestras emociones y comportamientos, referidas a nosotros mismos, a los demás, o la vida:

1. “Debo hacer las cosas bien y ser prefecto para merecer la aprobación de los demás por mis actuaciones”

2. “Las personas deben actuar de forma agradable, considerada y justa conmigo y con los demás”

3. “La vida
debe ofrecerme unas condiciones buenas y fáciles para que pueda conseguir lo que quiero sin mucho esfuerzo y comodidad



Cada uno de nosotros, por nuestra infancia, patrones, modelos de referencia (padres, madres, abuelos…) nos sentimos más inclinados a interiorizar, sentir y actuar más en una que en otras, aunque todos en algún momento nos dejamos llevar en mayor o menor medida.

Y cuando estas exigencias absolutistas no se cumplen, surgen los pensamientos catastrofistas derivados …

“No podré soportarlo, porqué tiene que pasarme esto a mí , es terrible, soy lo peor…”



En este post nos ocuparemos de la creencia perturbadora número 1:

debo hacer las cosas bien y ser perfecto para merecer la aprobación de los demás por mis actuaciones”

Para ello, nos apoyaremos en este binomio:

SER vs. HACER

(Perfección de uno mismo vs. Perfección de la tarea/comportamiento )

Según A. Ellis, podemos intentar ser muy buenos o incluso perfectos, tan perfectos como nos sea posible en cualquier proyecto o tarea personal o profesional, pero aunque lo que hagamos sea perfecto, aún así, eso no hará que YO sea una persona perfecta, tan solo seré una persona que ha realizado un proyecto perfecto.

Entonces la pregunta es: ¿puedo llegar a SER una persona incompetente o mala?

No, no puedo. Cuando lleve a cabo acciones incompetentes o malvadas, seré una persona que actúa mal, pero no una mala persona. 


Esto no significa dejar de lado nuestra responsabilidad ni que no debamos reparar aquello que no hayamos hecho bien, únicamente significa que nuestra esencia queda intacta y lo que podemos juzgar es nuestro comportamiento y si merece reparación, debemos aprender de los errores y poner en marcha nuevas acciones para repararlo. 
Significa pasar de la culpa a la responsabilidad adaptativa de la que hablamos en el último post.

Y si es así: ¿por qué debería perseguir la perfección o buenos logros o acciones?

Pues porque lo más probable es que esos logros sean deseables para ti y si son buenos para ti y para los demás los encontrarás más deseables, pero estos logros o acciones, independientemente de lo buenos que sean, nunca te convertirán en una persona completamente buena.

Entonces, ¿Cuál sería la manera óptima de proceder a partir de ahora?

Aquí tienes una propuesta. No tienes por qué creerla, pero puedes probar a experimentarla

-Puedo mantener mi preferencia por llevar a cabo un comportamiento o acciones buenas eliminando la exigencia, manteniendo el perfeccionismo en la tarea pero no el perfeccionismo respecto a mí mismo.

-Puedo además practicar la tolerancia, concediéndome a mí mismo y a los demás el derecho a equivocarse, puesto que no se reprueba a la persona (aunque te desagrade alguna de sus conductas), sino a su comportamiento.

-Puedo dejar de equiparar mi actuación o funcionamiento en cualquier cosa con mi propia valía, es decir, puede ser que fracase en algún proyecto, puede que no me guste como hice algún trabajo o como me comporté en cierta ocasión, pero eso no quiere decir que yo no valga, que no tenga méritos puesto que mi valor es ajeno a mis logros. No debo confundir mi persona, mi SER,  con mi comportamiento o mi HACER.

-Puedo aceptar que, por mucho que me esfuerce en tener un comportamiento perfecto, habrá personas a las que no les gustaré.
Y aunque preferiría que no fuera así, puedo vivir con ello y ser feliz igual. 



¿Te animas a probar?










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